Por qué te cuesta decir no
Aprender a decir no es una habilidad clave para tu productividad, pero también para tu bienestar personal. Rechazar las peticiones o propuestas que no son interesantes para nosotros no debería suponer un gran problema, pero lo cierto es que a muchos nos resulta complicado. El problema es que todas esas veces que terminas cediendo se traducen en tiempo, energía y recursos que no destinas a lo que de verdad deseas. Entonces ¿por qué te cuesta decir no?
En este post te presento una serie de pautas para detectar tu patrón y descubrir ante qué personas, situaciones o tareas tienes más dificultades. Con este autoconocimiento, podrás empezar a diseñar estrategias específicas para tu situación.
El hecho de que nos cueste decir no tiene un sentido evolutivo. Nuestra especie ha sobrevivido gracias al contacto con nuestros iguales, la convivencia y la colaboración. Tendemos naturalmente a querer estar en grupo, a generar relaciones de confianza y buscamos ser aceptados. Piensa que el destierro era una de las peores formas de castigo; en la práctica, significaba una condena a muerte, porque el individuo por sí solo no podía sobrevivir.
Todo esto que parece tan lejano, sigue presente en nuestras estructuras cerebrales. Nos preocupa no adaptarnos, no agradar o ser rechazados por el grupo. Ya no hay temor al destierro o a una condena a muerte por ser diferente; aun así, hemos traducido ese temor ancestral a la vida actual. La manera de relacionarnos, comunicarnos y consumir tiene como objetivo ser aceptados y permanecer en el grupo. También por eso, nos cuesta decir no.
En resumen, es normal tener dificultades para decir no; no tienes que castigarte por ello. Pero eso no significa que debas resignarte, puedes trabajar para evitarlo. Si sientes que es un problema en tu día a día, es importante que descubras ante qué escenarios o personas se da con más frecuencia y trabajes para evitarla.
La importancia del contexto
Piensa en qué situaciones te cuesta decir no y es probable que encuentres diferencias según el contexto. Puedes hacer una lista o simplemente recordar las últimas situaciones en las que hiciste algo que no querías hacer; así podrás detectar qué contextos son más conflictivos.
Puede que no tengas ningún problema en rechazar las peticiones que recibes en el trabajo, pero te cueste mucho negarte a peticiones familiares. O puede que sea justo el caso contrario.
En cada contexto jugamos un rol predominante: cooperador, activo, complaciente, dominante, pasivo, comprensivo, conciliador, desafiante, proactivo, reactivo, etc. El estilo que desarrollas en cada contexto facilita o dificulta que puedas negarte a las peticiones que no te interesan.
El origen de la petición
Después de revisar los contextos, vamos a analizar con qué personas debes aprender a decir no. Cada relación es un mundo y con el tiempo desarrollamos patrones diferentes; la relación que tengas con cada persona determina cómo vas a responder a sus peticiones. Intenta recordar las últimas peticiones que te hicieron personas con las que interactúas mucho y trata de detectar patrones: tus padres, tus hermanos, familiares lejanos, amigos de la infancia, amigos hechos en edad adulta, conocidos, compañeros de trabajo, jefes, tu pareja, la familia de tu pareja, tus hijos, etc. Este ejercicio te ayudará a clarificar con qué personas te cuesta decir no.
No te confundas pensando que todo se reduce a si tienes una buena o mala relación. Puedes tener una relación excelente con alguien y, por intentar no dañarla, terminas accediendo a todo lo que te pide. Hay relaciones tan deterioradas en las que decir sí es una estrategia más para evitar el conflicto. En cada familia encontramos patrones muy diferentes: en algunas decir no se observa casi como una traición, mientras que en otras hay la suficiente confianza y respeto como para aceptarlo.
También depende de la forma de ser de la persona que pide. Por carácter, conectas más con un perfil determinado y esto afecta a tu capacidad para decir no, en un sentido y en otro. Puede que una persona extrovertida, con un estilo de comunicación más bien apabullante te haga más difícil la tarea de decir no a sus peticiones. Hay personas que cuando piden se hacen más pequeñas y parece casi que suplican; esto puede generarte un deseo irrefrenable de ayudar o justo lo contrario.
No todas las peticiones son iguales
Otra diferencia es el tipo de tareas a las que te cuesta decir no. Me he encontrado con personas que no tienen problemas en rechazar tareas que consideran que no les corresponden o para las que saben que no tendrán tiempo, pero son incapaces de rechazar planes de ocio con amigos, aunque no tengan ganas de ir. También es posible que te cueste más rechazar las peticiones de ayuda sobre algo en lo que eres especialmente competente.
También las formas son importantes. Si eres una persona con mucho respeto a la autoridad, seguro que te cuesta rechazar las peticiones que vienen de mandos superiores o aquellas que te hacen de manera autoritaria. Otra posibilidad es que te pierda tu parte empática y seas incapaz de decir no cuando te lo piden desde una necesidad sincera.
No eres tú, soy yo
No solo nos cuesta decir no a otras personas. Muchas tareas que aceptas provienen de ti misma. Si eres una persona muy exigente, perfeccionista y ambiciosa, debes vigilar las tareas que provienen de ti y ponerte algún límite. Por mucho que quieras, es imposible que hagas absolutamente todo lo que se te ocurre.
Es preferible hacer menos actividades, pero hacerlas bien, con calma y terminando cada proyecto. De lo contrario puedes terminar en un bucle peligroso, con picos de sobrecarga de trabajo y valles de agotamiento. A la larga, este ciclo terminará pasando factura a tu salud física y emocional.
El origen de esta resistencia a decir no a las tareas autoimpuestas es normalmente el miedo a perderse algo. Cuando tienes la sensación de que debes probarlo todo, intentarlo todo, transitar todos los caminos y comprobar todas las opciones.
Como no quieres renunciar a nada, por temor a equivocarte en la elección, terminas eligiendo todas las opciones. Mantener todas las posibilidades abiertas calma tu ansiedad a corto plazo, porque crees que “no estás renunciando a nada”. Pero lo cierto es que estás perdiendo tu tiempo, tu energía y tu bienestar. Es como apostar en la ruleta a rojas y negras en cada tirada; no pierdes, pero tampoco ganas, solo has consumido tiempo.
Cuando no hay una petición clara
Otra posibilidad es que tiendas a interpretar las necesidades de otros como peticiones directas. Si este es tu caso debes tener especial cuidado. A veces las personas comentan que necesitan resolver un problema o que les gustaría hacer una tarea. Pero, que te lo estén contando a ti, no significa necesariamente que te lo estén pidiendo.
Cuando eres una persona empática y con vocación de ayuda, es posible que te encuentres ofreciendo tu ayuda o asumiendo directamente esa tarea como tuya. Piensa que, si esa persona necesita tu ayuda, debería ser capaz de decírtelo.
No estoy diciendo que dejes de ofrecer ayuda a tu entorno, pero sí que tomes consciencia de que puede que estés ayudando de más. Cada persona necesita resolver sus propios problemas; si tú estás siempre para ayudar, incluso cuando no lo pide, estás actuando de modo sobreprotector.
Otra posibilidad es que utilices estas “falsas peticiones” como excusas para no hacer lo que realmente debes hacer. ¿Te suena? Así es, ocuparte de las responsabilidades de otros es una forma más de procrastinar.
En resumen, aprender a decir no es necesario sí quieres controlar tu día a día. Cuando no tienes esta habilidad vas dando tumbos entre las necesidades de otros, aumenta tu malestar por hacer cosas que no deseas y te alejas de tus objetivos.
Revisa las claves que te he presentado para detectar tu patrón. Con este conocimiento, puedes empezar a pensar cómo rechazar esas peticiones de forma asertiva.
El cambio que buscas
Permite que te acompañe en el viaje hacia la armonía y el bienestar que buscas.

Lorena de Diego | Psicóloga
Especializada en problemas emocionales, estrés, ansiedad, falta de autoestima y depresión.
Terapia Online y Presencial (Ciempozuelos y Madrid).