Cómo crear tu rutina de mañana
Una rutina de mañana eficaz es un gran aliado para tu productividad. Te ayuda a empezar mejor el día, con más foco, más energía y con la tranquilidad de haber hecho actividades importantes para ti, incluso antes de haber empezado a trabajar.
Pero el cambio de rutina es un proceso que requiere planificación y constancia. Si no tienes una buena estrategia, resultará más costoso y frustrante. Para no rendirte antes de obtener resultados, lo mejor es dedicar algo de tiempo a diseñar tu plan de cambio.
Ya tienes una rutina de mañana
Aunque no hayas trabajado para crear tu rutina, lo cierto es que ya tienes una. Cada día, o al menos de lunes a viernes, haces las mismas actividades, en el mismo orden y de la misma manera. Analizar tu rutina actual te ayudará con la creación de una nueva por varios motivos:
El potencial
La rutina que tienes actualmente te da pistas de lo poderosa que es una buena rutina. Cuando repites la misma secuencia de acciones, día tras día, se terminan automatizando y eso te permite ahorrar tiempo, pero sobre todo esfuerzo. Estos hábitos, que realizas en piloto automático, liberan tu mente porque apenas consumen recursos. Es como andar, no necesitas pensar en lo que viene después ni tomar ninguna decisión: simplemente vas poniendo un pie delante del otro, sin procesarlo de manera consciente.
Esta es una de las grandes ventajas de la rutina de mañana, evita que tengas que gastar valiosos recursos cognitivos en decisiones cotidianas y te permite empezar el día con más tranquilidad, porque sabes lo que tienes que hacer.
Los tiempos
Pensar en tu actual rutina te muestra con claridad cuál es el proceso para consolidar cualquier hábito o rutina: tiempo y repetición. Has estado practicando durante años hasta llegar a cómo son tus mañanas ahora. Aunque no lo hayas hecho de manera intencionada, analizando los componentes del hábito, utilizando un tracker o incorporando recompensas, has estado practicando cada hábito de manera sistemática.
También comprobarás que, cuando has hecho algún cambio, has necesitado tiempo para consolidarlo. Cuando cambiaste tu hora de despertar por un nuevo trabajo, cuando decidiste empezar a desayunar con calma o cuando cambiaste la ducha nocturna por la ducha matinal; cada una de esas veces, el cambio no fue inmediato.
La conclusión es que tu nueva rutina de mañana va a requerir tiempo para consolidarse. Llevas años con la misma secuencia de hábitos y no vas a cambiarla en un día ni en una semana. Empieza el trabajo sabiendo que será un proceso, pero, si lo haces de manera estratégica, la inversión de tiempo y esfuerzo te proporcionará resultados duraderos.
Las actividades
Hay tantas rutinas de mañana como personas. No existe una lista cerrada de actividades que debes incluir al inicio de tu día: la personalización es la clave. Se trata de que busques las que te ayuden más con tus objetivos y pruebes hasta encontrar las que más se ajustan a tus preferencias.
En ese sentido, pensar en lo que haces cada mañana te ayudará a elegir tus nuevas actividades: piensa qué tipo de actividad te ayuda a tener un buen día, sube tu nivel de energía y aumenta tu motivación. Igualmente, podrás detectar las actividades que no te ayudan, que empeoran tu humor o que te quitan foco.
Ventajas de una rutina de mañana
La principal ventaja de los hábitos y rutinas es que ahorran recursos cognitivos. Cuando haces tareas en piloto automático, no tienes que pensar ni tomar decisiones. Cuando hablamos de tareas cotidianas este ahorro es muy interesante: piensa cómo sería tu vida si tuvieras que decidir cada día cómo y cuándo debes vestirte, lavarte los dientes, caminar, conducir, comer, etc.
Pero ¿qué pasa con esas tareas que no son tan cotidianas? Los ejemplos anteriores son tareas que no generan mucha resistencia, es decir, aunque estuvieran fuera de una rutina, hacerlas no te supone mucho esfuerzo, no hay demasiada lucha interna. Pero hay acciones que sí generan resistencia, porque no son tan cotidianas, son nuevas para ti o requieren más esfuerzo, como hacer ejercicio, meditar o estudiar.
Si alguna vez has intentado incorporar una de estas actividades, has experimentado ese momento, justo antes de empezar, en el que aparecen las dudas, las excusas, la pereza, los problemas y, en resumen, las ganas de no hacerlo. No es probable que dejes de vestirte, de lavarte los dientes o de conducir al trabajo un día que te sientes con menos energía; pero seguro que será una buena justificación para no ir al gimnasio. Por eso, cuando automatizas las tareas que más te cuestan, además de no tener que pensar cómo se hacen, te ahorras la resistencia que sientes cuando llega el momento de hacerlas.
Es normal que surjan estas resistencias: tu cerebro quiere que permanezcas en la zona de confort y evita los cambios. La esencia de los hábitos es que incluyen en tu zona de confort tareas que al principio te generaban resistencia. Imagina cómo sería que hacer ejercicio te diese la misma pereza que vestirte cada día, es decir, muy poca o ninguna: cuando llegase el momento de ir al gimnasio no pensarías si vas a ir o no, no buscarías excusas; simplemente irías al gimnasio.
El paso a paso de tu nueva rutina
Ahora que ya has visto el poder de una rutina de mañana, debes pasar a la acción y construir la tuya propia. Haz una lista de las actividades que te gustaría incluir cada mañana. Puedes hacer una lluvia de ideas y después ordenarlas por preferencia o prioridad. Recuerda que construir rutinas es un proceso y debes ir probando y haciendo modificaciones hasta encontrar las actividades que mejor funcionan para ti.
Una vez tengas elegidas las actividades que vas a incorporar, debes crear un plan de acción. Aunque hablamos de la rutina de mañana como una actividad única, lo cierto es que es una secuencia de hábitos encadenados; y como cada hábito requiere un tiempo para consolidarse, tendrás que ir uno a uno. Tratar de incorporar todos los hábitos a la vez es más costoso: podrás mantener el esfuerzo los primeros días, pero terminarás fallando y tendrás que volver a empezar.
Cambiar un hábito significa modificar sinapsis en tu cerebro, y eso requiere constancia y repetición. Si concentras tus esfuerzos y pones toda la intención en un único hábito, el cambio será más rápido que si dispersas tus recursos para fortalecer diferentes hábitos a la vez.
Por otro lado, la ventaja de las rutinas es que, al encadenar hábitos, los plazos suelen ser más cortos. Aunque tengas que invertir tiempo en cada uno de ellos, el proceso será más rápido que si fueran hábitos aislados en diferentes momentos del día.
Para aprovechar este efecto, es muy buena estrategia empezar a trabajar los hábitos por orden cronológico, de forma que cada hábito sea recompensa del anterior y disparador del siguiente. Por ejemplo, hacer estiramientos puede ser la recompensa de hacer ejercicio (hábito previo) y el disparador para darte una ducha (hábito siguiente).
En resumen
La rutina de mañana puede ayudarte mucho en tu productividad y es una buena idea que trabajes en personalizar tus mañanas. Te ayudará a empezar mejor tu día y a aprovechar la energía que tienes después del descanso nocturno.
Pero recuerda que una rutina es una cadena de hábitos y que cada uno de ellos necesitará un tiempo para consolidarse. Debes trabajarlos uno a uno, con constancia y disciplina, sabiendo que el beneficio está en el largo plazo.
Estoy aquí para acompañarte
La psicología puede ayudarte a tener una mejor relación contigo y con los demás.

Lorena de Diego | Psicóloga
Especializada en problemas emocionales, estrés, ansiedad, falta de autoestima y depresión.
Terapia Online y Presencial (Ciempozuelos y Madrid).